Estamos ante una revolución en cuanto al desarrollo del vehículo eléctrico, esto es algo muy visible y quien no lo quiera ver no está en este mundo. Vemos a los principales fabricantes mundiales de vehículos, haciendo una apuesta muy rotunda, Volkswagen asegura que en 2020 tendrá a la venta 20 modelos totalmente eléctricos, Volvo dice que desde 2019 no volverá a lanzar al mercado un vehículo que no sea híbrido o eléctrico, Tesla bate records de pre-venta, y a nadie le sorprende ya pararse en un semáforo y tener al lado a uno de estos vehículos que no hacen ruido, no contaminan, y que además, si haces muchos kilómetros, depende, lo mismo hasta ahorras…
Parece que, casi ya, si compras un vehículo que utilice gasolina o diesel, el día de mañana te lo vas a comer con patatas porque dentro de poco no habrá mercado para ellos, puede que hasta no puedas circular por algunos países porque estén prohibidos, así va esto. Holanda ya ha prohibido la venta de estos desde 2025, al igual que Noruega, y ya hay otros países con avanzando en este sentido.
Pero hay un problema en esto que, de momento, solo vemos los que estamos involucrados de una u otra forma, y es la recarga.
La recarga será una de las claves más importantes en el desarrollo del vehículo eléctrico. Existe ya un término, la «ansiedad de alcance», que no es más que el miedo a quedarse sin batería y no alcanzar una estación de recarga. Hoy en día las distancias de una carga oscilan entre los 160 km y los 240 km , pero en unos años la media se situará en los 600 km, por lo que esa ansiedad de alcance quedará mitigada.
Ahora bien, hoy en día hay tres tipos de recarga, la lenta, destinada a la recarga nocturna en aparcamiento privado o público, la semi-rápida, más típica de los aparcamientos públicos, y la super-rápida, destinada a recargar en 30 minutos lo suficiente para recorrer unos 300 km. Dando por hecho un crecimiento tan importante como necesario de la red de puntos de recarga, el problema viene por el tiempo necesario para la recarga. En las operaciones salida y regreso de vacaciones, típicas de Semana Santa, puentes y veranos, suelen amontonarse los vehículos haciendo cola en las gasolineras para repostar, en unos 5 minutos aprox. ¿Qué pasará cuando ese repostaje – recarga dure 6 veces más? Las colas de vehículos eléctricos colapsarían las gasolineras – electrolineras , las vías de servicio de acceso, y el problema puede ser serio.
El vehículo eléctrico está ya en marcha y la ampliación de redes de recarga también, aunque en España vamos con bastante retraso, pero a donde debemos mirar también es la desarrollo de las formas de recarga. Cargas por inducción en las carreteras, paneles solares en los vehículos, etc… hay muchos proyectos interesantes, y ahí es donde estará la clave para eliminar esa ansiedad de alcance. Hasta entonces, tenemos por delante un futuro muy eléctrico, pero en convivencia con los combustibles fósiles, y eso en nuestra opinión, será una transición que nos llevará a un horizonte entre el 2020 y el 2040, plazo que estimamos para el cambio total del modelo de transporte.