… a menos que se carguen con electricidad proveniente de energías renovables.
La Agencia Europea de Medio Ambiente acaba de publicar el informe ‘Electric vehicles from life cycle and circular economy perspectives‘ sobre los impactos de un vehículo eléctrico a lo largo de todo su ciclo de vida, desde que se extraen los materiales para fabricarlo hasta que termina en el desguace. De este informe se desprende que aunque los vehículos eléctricos generan mayores impactos en el uso de materiales y en su fabricación, ofrecen grandes oportunidades para reducir las emisiones causantes del calentamiento global y la contaminación del aire en las ciudades.
En cuanto a los materiales utilizados, un vehículo eléctrico necesita una serie de materiales suplementarios por la batería y el motor. Cuatros veces más cobre y más níquel entre otros materiales. Lo que, a la larga, puede acarrear problemas de suministros, además de impactos en el medioambiente por la extracción y tratamiento de los materiales.
Sin embargo, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, esto podría resolverse diseñando coches más pequeños, utilizando materiales alternativos, y favoreciendo el reciclaje de los componentes.
En la etapa de fabricación, un coche eléctrico suele suponer más emisiones que otro convencional de gasolina o diésel, debido sobre todo a la energía utilizada en la batería (que está relacionada con el 33-44% del total de emisiones en la producción del vehículo). Sin embargo, el impacto real va a depender mucho de dónde se fabrique esa batería y de qué energía se utilice. Hoy en día, estas se producen en su mayoría en países como China, que utilizan todavía muchas centrales eléctricas contaminantes, por ello esta fase de fabricación supone un tercio de todas las emisiones relacionadas con el vehículo durante su vida útil.
La Agencia Europea de Medio Ambiente considera que los impactos de la fabricación se podrían reducir aumentando el uso de energía renovables en aquellos países donde se producen más baterías (China, Corea del Sur y Japón), usando coches pequeños o utilizando las baterías con menor impacto.
El tratamiento del vehículo al final de su vida útil supone la parte más reducida de su impacto global, sin embargo, el reciclaje de los componentes tiene efectos positivos en el uso y disponibilidad de las materias primas.
La mayor reducción de contaminantes se produciría durante la conducción
Un vehículo eléctrico no tiene tubo de escape por lo que el motor no genera emisiones durante su uso. La contaminación que genera viene por la generación de la electricidad con la que se recarga su batería.
El informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente asegura que un vehículo de motor de combustión de tamaño mediano emite de media unos 143 gramos de CO2 por kilómetro y uno eléctrico de características similares que utilice para recargarse el actual mix eléctrico medio de la UE, entre 60 y 76 gramos de CO2, es decir, entre un 47% y un 58% menos.
Por otro lado, se espera que las emisiones producidas por la generación de la electricidad se reduzcan en Europa, al aumentar las energías renovables. El informe estima que con las políticas europeas en marcha las emisiones causantes del cambio climático vinculadas a un vehículo eléctrico bajarían de esos 60 gramos de CO2 por kilómetro a 40 gramos para el año 2030 y a 16 gramos para 2050. Sin embargo, este cálculo no tiene en cuenta los últimos acuerdos para aumentar los compromisos de reducción, por lo que debería ser todavía mucho más bajo en el futuro.
La utilización proveniente de parque eólicos reduciría las emisiones de estos vehículos hasta un 90%
Las emisiones de los vehículos eléctricos asociadas a las materias primas y a la fabricación son entre 1,3 y 2 veces más altas que las de los vehículos convencionales de motor de combustión, sin embargo el conjunto de las emisiones a lo largo de todo su ciclo de vida son entre un 17 y un 21% más bajas que un automóvil diésel y un 26-30% inferiores a otro de gasolina.
Estos cálculos parten de la base de que la batería de estos vehículos se recargue con el tipo de electricidad media que existe hoy en la UE, pero si esta electricidad proviniera exclusivamente de parques eólicos, sus emisiones serían casi un 90% menores que las de un vehículo convencional.
Durante el 2017 la energía eólica ha sido el segundo proveedor del sistema energético español con cerca de un 20% del total de la electricidad consumida.
En la actualidad, existen más de 20.000 aerogeneradores instalados en España, repartidos entre más de 1.000 parques eólicos. España es el quinto país del mundo por potencia eólica instalada, tras China, Estados Unidos, Alemania e India.
Según la Asociación Empresarial Eólica (AEE), en 2030, los parques eólicos suministrarán más de un 30% de la electricidad con una potencia de 40.000 MW
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